No siempre fui canalizadora.
Durante años, mi vida giró en torno a la moda y la empresa. Trabajé como diseñadora en Zara, con Amancio Ortega como jefe directo, y durante 14 años dirigí departamentos en El Corte Inglés.

Desde fuera, parecía tenerlo todo. Pero dentro de mí, algo empezó a apagarse.

Recuerdo el momento en que supe que debía cambiar de rumbo: los desfiles ya no me emocionaban, y mi alma pedía algo más. No fue una decisión impulsiva. Hablé con mis guías, y ellos me recordaron algo que había olvidado: que mi misión era seguir iluminando a otros, pero ahora de una forma diferente.

No nací con un don especial.
Desarrollé mi conexión paso a paso, formándome, cayéndome, dudando, volviendo a confiar.
Sé lo que se siente pensar que «te lo estás inventando», temer no encajar o ser juzgado por algo tan profundo y sagrado. Yo también tuve miedo de mostrarme tal como soy: médium, canalizadora, alma al servicio de otras almas.

Al principio, intenté hacerlo de una manera más «aceptada», enseñando meditación para lograr paz mental. Pero algo dentro de mí sabía que no era suficiente.
Hasta que, en una canalización durante un evento precioso, lo sentí claro: debía dejar de esconder mi verdad. No había venido a enseñar a calmar la mente. Había venido a enseñar a escuchar el alma.

Así nació el método que hoy comparto contigo: un camino sencillo, sin rituales ni solemnidades, para que hablar con tus guías sea tan natural como charlar con un amigo que te conoce de toda la vida.

Empecé en pequeño, con 28 personas en un taller. Hoy somos miles caminando juntos.
Más de 6.000 almas han pasado por mi academia, y más de 300.000 han sentido mi mano tendida a través de mis formaciones gratuitas. También he escrito tres libros, compartiendo lo que aprendí a fuerza de confiar, una y otra vez, en la voz del corazón.

Si estás aquí, no es casualidad.